A un cuarto de pulgada
La fatalidad nos hace invisibles, estas palabras que corresponden a un pasaje de la novela Crónica de una muerte anunciada; no pueden ser aplicadas al caso del Oficial Dillon Stewart. Un chaleco antibalas protege, que una bala impacte por el único lugar descubierto, es creo mala fortuna, fatalidad.
El lunes 28 de noviembre, Dillon Stewart, cumplió con su deber al intentar detener a un auto que se pasó una luz roja en el cruce de las avenidas Flatbush y Church, en el sector East Flatbush de Brooklyn. Eran aproximadamente las 3 a.m., él conducía y estaba acompañado por el oficial Paul Lipka. Dio una vuelta en u, alcanzó al infractor y le ordenó detenerse. El conductor hizo caso omiso.
Cumplió con su deber, colocó su patrulla al lado derecho del auto intervenido y le cerró el paso; cumplió con el reglamento, esa noche al colocarse el chaleco protector. Entonces el sospechoso disparó, cinco veces. Una de las balas pasó debajo del brazo izquierdo, a un cuarto de pulgada de la coraza que lo protegía, hiriendo mortalmente el corazón. Aun así, continuó con la persecusión por 2 cuadras, hasta que el sospechoso se ocultó en un garage. Dillon Stewart bajó y se dió cuenta que estaba herido. Entonces cayó. El oficial fue conducido al Kings County Hospital, donde murió después de 6 horas.
El oficial Stewart, jamaiquino, 35 años, criado en Brooklyn, trabajó en la estación de radio WCNY, antes de unirse a la fuerza policiaca, en el 2000. Era casado, deja dos niñas (de 6 años y 5 meses), y fue; por desgracia; el primer oficial muerto en cumplimiento del deber el 2005.
Allan Cameron, el presunto asesino, natural de Guyana, de 27 años, se entregó sin ofrecer resistencia horas más tarde. Estaba en libertad condicional desde el 2003, por continuas infracciones de tráfico, además de un caso de asalto criminal en la ciudad de Philadelphia. Las razones por qué, ese mismo año, un juez le otorgó la libertad condicional en vez de encarcelarlo como recomendaba un reporte, son desconocidas. El nombre del juez no fue revelado. Cameron, también está involucrado en un tiroteo contra otro oficial, ocurrido el 19 de noviembre del 2005, en Brooklyn.
El día del servicio fúnebre un mar de uniformes azules, aproximadamente 20,000 oficiales, atestaban 15 cuadras alrededor del templo donde este se realizó. Policías de todos los rincones de los EE. UU., Hawaii, Guam, incluso Japón, se hicier0n presentes, para dar el último adiós al oficial caido.
Stewart ingresó a la fuerza de policía, para mantener mejor a su familia. Fue, por circunstancia, no por anhelo y le costó tempranamente la vida. Muchos coinciden en que era un hombre devotamente dedicado a su familia, se mudó de Brooklyn a Elmont, en busca de un lugar más seguro. Cuando compró la casa, trabajó codo a codo con los contratistas en la refacción y hasta aprendió jardinería. Era carácter reservado y muy pocos vecinos sabían que era policía.
Uno de sus compañeros contó una anécdota de cuando Stewart vino a New York, siendo niño. En el primer día en su departamento de Brooklyn pensaba que estaba en una mansión, y no se dio cuenta que había más gente viviendo en el edificio hasta que fue a los pisos de arriba.
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