Eliot, El Caballero Blanco
Es conocido como el Incansable Cruzado, el Caballero Blanco y el Nuevo Intocable. Tal vez debería decir: era. Porque ya renunció.
El caso raya con lo absurdo.
Hace años, durante su época como Fiscal del estado de Nueva York, blandiendo su espada de cruzado, el mentado arremetió contra todo tipo de organización criminal, personas sospechosas de actividades ocultas en asuntos financieros y, claro como no, prostitución.
En el 2004, dijo, con enojo y repulsión, cuando anunciaba el arresto de 16 personas vinculadas a una red de prostitución de alto vuelo: “Esta era una sofisticada y lucrativa operación, con una muy bien organizada estructura gerencial. Era, sin embargo, nada más que una red de prostitución”.
El 17 de marzo, ya todos lo saben, tuvo que renunciar. Los hechos han sido destazados por los medios y ya han dado la vuelta al mundo muchas veces. Como ocurrió con Clinton, solo que ahora hay otros problemas y a la vuelta de la segunda semana (desde que empezó el escándalo, el 8) el caso parece haberse diluido.
¿Qué puede ocurrir en la mente de un hombre poderoso, rico, joven políticamente, para echar por la borda toda su carrera? Tal vez algún sentimiento de inmunidad, de superioridad, la adrenalina de lo furtivo. Tal vez es porque es un ser humano y es débil, como cualquiera y es fácil caer en el pecado de la carne, a la vez delicioso. Aunque tenga que pagar. Y por último, ¿es que acaso no hay afinidad?, sexo y poder. Prostitución y política, han existido desde los albores de la humanidad y gozan de longevidad y buena salud.
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